sábado, 27 de junio de 2015

Cómo lograr el liderazgo resonante y evitar el liderago disonante

Fragmentos del reporte "Liderazgo Resonante" de Luis Antonio Fernández Aldana para el curso "Construcción del sistema de liderazgo" llevado a cabo en la Universidad del Valle de México Campus Puebla el 24 de Junio del 2015.

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El liderazgo resonante, de acuerdo a Zayas[1], integra pensamientos y emociones para ir en la dirección adecuada. Los líderes resonantes sintonizan mejor con los demás y logran mantener relaciones transparentes, además, nos dice que liderar es una tarea emocional, el líder debe tener estabilidad emocional y las emociones positivas deben ser contagiadas al resto del equipo de trabajo. Una de las tareas principales del líder es motivar e inspirar para así producir resonancia en los demás creando un clima emocional positivo, ya que, según el autor, las emociones positivas son fáciles de contagiar. También Zayas nos dice algo muy importante, que no basta con ser inteligente, hay que saber controlar nuestras emociones, algo en lo que concuerdo bastante, de nada servirá ser muy inteligente si no existe un autocontrol en todos los sentidos de nuestra vida. Entre las claves más importantes del liderazgo resonante están el conocerse a sí mismo, vivenciar relaciones inter e intrapersonales, aplicar experiencias e inclusive desaprender (saber que lo que se aplica ahora en unos años o en otras circunstancias no podrá ser utilizado, o al menos no de la misma forma). Lo opuesto, el liderazgo disonante para Zayas implica que el llamado líder contagia reacciones emocionales negativas y para poder combatirlo se deben cambiar las formas de hacer las cosas, lo que creo, envuelve, un cambio en las formas de trabajar, de procedimientos e incluso de paradigmas, algo que se puede llevar a la práctica únicamente a través del diálogo y el convencimiento.

Buscando otras fuentes a través de la web, las que me parecieron más interesantes, veo que muchas están basadas en Zayas y en Goleman[2] (por cierto, al parecer uno de los libros más consultados sobre el tema de liderazgo). Uno de esos trabajos es el de Antezana[3], quien nos comenta que un líder resonante está en sincronía, en armonía con otros para lograr un positivismo en el equipo de trabajo; el líder resonante tiene autocontrol, es educado, considerado, persuasivo, sencillo, humilde, es capaz de aprender de otros, es honesto, justo, equitativo, genera optimismo y pasión por el trabajo, con todo ello, logra ser una inspiración.

Por su parte, Feedback 360º[4], una evaluadora de los comportamientos y habilidades de personas en sus ámbitos personales y profesionales, amplía un poco más las características de líder resonante, para ellos, éstos no agreden ni se someten a otras personas, conocen los derechos de los demás, aceptan sus errores y aciertos, no se imponen, al contrario, se valen de la interacción con otros y consultan.

¿Cómo llegar a ser un líder resonante? Creo que todo parte de la consciencia, en primer lugar ser consciente de quién soy, cómo soy, en dónde estoy y qué es lo que quiero lograr, con esto se puede lograr el autocontrol emocional que comentan los diferentes autores que mencioné, partiendo de ahí podemos lograr la capacidad de resonar, sincronizar, integrarnos con los demás; después tendremos que volver a un estado de consciencia pero ahora hacia los demás, esto es, ser conscientes ahora de quiénes son las personas con las que trabajo, cómo son, en qué situación están, qué desean lograr, cuáles son sus objetivos personales, con esto se puede lograr la motivación hacia los demás; y por último, otro estado de consciencia hacia la empresa, de la misma manera, ser consciente de cuál es mi empresa, cómo es, en qué situación está y cuáles son los objetivos de ella y volvernos míos y los de mi equipo de trabajo.

¿Cómo evitar ser un líder disonante? Las personas que no cumplan con las características de un líder resonante para mí serían simplemente “sujetos disonantes”, no se les puede llamar líderes porque un líder siempre debe buscar el bienestar de los demás, en cambio, como ya vimos, los disonantes son personas con actitudes negativas, contagian el negativismo y no inspiran ni motivan. Para evitar ser una persona de este tipo debemos seguir buscando retos, auto-motivarnos, todo ser humano debe buscar una fuente de inspiración como su familia, sus amigos, su futuro, inclusive su religión si la tiene, etc. Y volvemos al estado de consciencia, ser conscientes de que siempre debemos seguir caminando hacia adelante pase lo que pase.

En general, los autores mencionados concuerdan en las definiciones, aunque algunos son más específicos y otros más detallados, lo que sí puedo notar es que se le da un mayor enfoque al liderazgo resonante, por supuesto, es importante saber qué es y cómo lograrlo.

Muchos artículos en la web dan consejos para convertirse en un verdadero líder resonante, sin embargo, la realidad es que hay más gente disonante que resonante, la disonancia si la viéramos como una enfermedad muchos nos podrán decir cómo prevenirla pero pocos cómo combatirla una vez que se ha adquirido, tal vez porque sea algo muy difícil, es más fácil destruir que construir, y el ritmo de vida actual que lleva la gente, los medios masivos de comunicación, los gobiernos, las mismas empresas, etc., están provocando esa destrucción en el ser humano, su degradación, su involución, nos están tratando de convertir en sujetos disonantes con tal de conseguir sus objetivos personales a toda costa, por eso vemos una sociedad enconada, frustrada, sin objetivos, sin optimismo. Por ello, añadiría como característica o tarea fundamental específica de un líder resonante, combatir la disonancia en los demás, no sólo en su equipo de trabajo o en su empresa, sino en la sociedad en general, con todas sus implicaciones, todo esto, por supuesto, viene de la mano con otras de sus características como el contagio de emociones positivas, la persuasión, entre otras.

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BIBLIOGRAFÍA:
1. Zayas Agüero, Pedro Manuel. Cabrera Ferrerio, Nuirka. Liderazgo resonante. Universidad de Holguín.
2. Goleman, Daniel. El líder resonante crea más. Debolsillo. 2012.
3. Antezana, María Esther. Liderazgo resonante y disonante. Soluciones y Servicios en Recursos Humanos. http://www.amnypdelsur.org/Liderazgo1.html
4. 5 habilidades que te transformarán en un líder resonante http://blog.feelback360.com/2014/03/5-habilidades-te-transformaran-en-lider-resonante 

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Fragmentos del ensayo "El verdadero liderazgo en la actualidad" de Luis Antonio Fernández Aldana para el curso "Construcción del sistema de liderazgo" llevado a cabo en la Universidad del Valle de México Campus Puebla el 17 de Junio del 2015.

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“…escoge a tus aliados y aprende a luchar acompañado, porque nadie vence una guerra solo”.
-Chuang Tzu-

En los tiempos actuales es muy común que se hable de liderazgo o líderes, principalmente en las empresas y en la política. Sin embargo, este es un concepto que ha perdido su esencia. Si hablamos de líderes en la historia mundial podríamos mencionar a Juárez, Luther King, Bolívar, entre otros, pero, lamentablemente, en nuestros tiempos la etiqueta de líder la toma cualquiera que tenga posibilidades de pagar un reportaje en una revista como “Time”.

Consultando en internet algunas definiciones sobre liderazgo, nos dicen que “liderazgo es el conjunto de habilidades gerenciales o directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser de las personas o en un grupo de personas determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo, en el logro de metas y objetivos”, pero no me sorprende haber encontrado también que “el liderazgo entraña una distribución desigual del poder. Los miembros del grupo no carecen de poder; dan forma a las actividades del grupo de distintas maneras. Aunque, por regla general, el líder tendrá la última palabra”.

Esta última cita es la que debemos cambiar, aunque se reforme la definición, en la práctica se sigue llevando a cabo, no es lo mismo ser un líder que un jefe, el líder motiva, capacita, comunica, no representa un trabajo en sí, sino que es el representante, la voz de todo un equipo de trabajo, todo aquello que se nos define como liderazgo integral. En cambio, un jefe, como cité anteriormente, sólo busca tener la última palabra, en nuestros tiempos ya no se puede trabajar de esta forma, no estamos en la época de Don Porfirio donde una sola persona hace y dice todo.

El verdadero trabajo de liderazgo, un liderazgo integral, viene “desde abajo”, desde la base, únicamente con una base sólida se puede realizar una buena edificación. Actualmente las decisiones se deben tomar democráticamente, no que alguien tenga la última palabra sin hacer una consulta previa a su equipo de trabajo, bien dicen que dos cabezas piensan mejor que una, se debe consultar, analizar y debatir todas las propuestas del equipo de trabajo, conocer opiniones y así elegir entre todos los integrantes qué es lo más conveniente para poder cumplir con el principal objetivo de la organización o empresa, después de ello el líder como representante de todos los demás, debe procurar llevar las propuestas a la práctica, el líder, en vez de decir “quiero que se haga esto” o “yo opino aquello”, debe decir “mi equipo ha decido que se haga esto”, o “mi equipo opina aquello”.

No quiero decir con esto que hay que caer en la “juntitis”, donde se hacen reuniones para todo y no se soluciona nada, una equipo de trabajo debe reunirse una vez al mes como máximo para atender los problemas más importantes, y sólo hacer reuniones extraordinarias para casos urgentes, el 80% del tiempo, por lo menos, se debe estar trabajando, produciendo, llevando a la práctica las decisiones tomadas, el resto del tiempo se debe invertir (no gastar) en, por ejemplo, capacitaciones, retroalimentación, etc.

Tampoco se debe caer en el error de depender de una sola persona, es terrible ver que en algunas organizaciones, por ejemplo, si no está la secretaría, todo se paraliza, no se hacen llamadas telefónicas, no se agendan citas, no se hacen las solicitudes pertinentes a otros departamentos, etc. Si pertenecemos a un equipo de trabajo, debemos ser conscientes de que ese equipo no permanecerá exactamente con los mismos integrantes todo el tiempo, todos deben saber hacer todo, todos deben saber tomar decisiones, cuando el capitán de un barco se baja, alguien más debe tomar el timón, pase lo que pase, se debe seguir caminando hacia adelante, por ello el liderazgo se da entre todos y para todos.

Bernardo Arévalo, en su artículo “Los malos líderes son culpa de los malos seguidores”, del periódico “Nómada” de Guatemala, nos menciona que existen malos líderes porque hay “quienes identificando un liderazgo negativo al que no apoyan no hacen nada para contrarrestarlo”. Ésta es la razón por la que todos debemos involucrarnos, cada integrante de un equipo de trabajo es como un rompecabezas, donde, aunque todas las piezas son diferentes, en algún lugar encajan y ayudan a que un todo sea posible, si yo veo que alguien del equipo hace algo mal (sea o no el líder) debo expresarlo, para que ese error no perjudique a nadie, al mismo tiempo, uno como integrante debe estar abierto a las críticas constructivas para saber en qué hay que mejorar y seguir con lo que se hace correctamente.

El mismo Arévalo nos dice que “la capacidad de un líder para imponer a sus seguidores su voluntad y sus ideas es cada vez más limitada” que “los seguidores construyen y destruyen liderazgos. Los seguidores asumen cada vez más un papel de liderazgo -difuso, colectivo, horizontal- mientras que los líderes se vuelven cada día más seguidores”.

Por su parte, Lewis Howes en su artículo “4 señales de que eres un líder terrible” publicado en www.soyentrepreneur.com asegura que “el liderazgo se trata de mucho más que de simplemente decirles a las personas qué hacer. El liderazgo se trata de la inversión que hacemos en otros y de las responsabilidades que aceptamos por ser la voz y dirección en que los demás confían”. El líder debe ser la voz de otros líderes, en un equipo de trabajo TODOS, en la práctica, debemos ser líderes, es decir, TODOS debemos capacitar a nuestros compañeros, motivarlos, apoyarlos en lo necesario, etc., por eso se supone que somos parte del equipo, porque fuimos elegidos por el valor o conocimientos que podemos aportar. Pero no todos pueden llevar la etiqueta de líder, debe haber sólo uno, una voz que pregone lo que los demás opinan o necesitan.

En su canal de videos de YouTube, Sandra Burgos, de 30 K Coaching, hace un comentario muy importante, ella nos dice que “la mayoría de los líderes se sienten a gusto liderando seguidores y seguidoras, porque eso es relativamente fácil. Lo verdaderamente desafiante es liderar líderes potenciales, hacerlos crecer y, sobre todo, proporcionarles las herramientas para que lleguen a superarlo a uno mismo.” Por ello, el objetivo supremo de cada ser humano debe ser el procurar el bienestar de los demás, no caer en el egoísmo, debemos entender que si yo ayudo a los demás, ellos también podrán ayudarme y reconocer cuando alguien más es mejor que nosotros, no es decir “no puedo hacer las cosas”, por supuesto podemos hacer lo que nos propongamos siempre y cuando sea en el momento adecuado, respetando tiempos.

Surge una cuestión, si todos en un equipo de trabajo son líderes, ¿habría una disputa de poder? Si alguien crea conflictos de poder, esa persona no es realmente un líder, es alguien que sólo desea convertirse en jefe para gozar de prerrogativas. Una de las características principales de un líder debe ser la humildad, una persona sin valores no puede lograr ser feliz, el triunfar a costa de otros, sin escrúpulos, ha acercado cada vez más a los seres humanos a una vida vacía y sin sentido.

Para ajustarnos a los tiempos actuales yo cambiaría la palabra “líder” por “representante”, el concepto de líder está sobrevalorado, ya no se puede usar como en sus orígenes donde significaba que una persona convencía a otras muchas para seguirlo y hacer lo que él creía más conveniente para las mayorías.

El verdadero liderazgo se construye desde abajo, desde la base, un líder ya no es quien está al frente, el líder pasa a la acción, a la práctica, y sólo existe un representante de un grupo de líderes cuya voz es utilizada para dar a conocer sus opiniones y lo que ha trabajado con los demás.

Es de suma importancia que todos seamos parte de un verdadero liderazgo, que todos cumplamos y hagamos cumplir los objetivos que tenemos planteados como empresa. Como líderes, debemos tener el valor de la humildad, reconocer el esfuerzo de otros así como nuestros propios errores y enmendarlos.

Como parte de un equipo de trabajo, todos debemos ser conscientes de dónde estamos, a dónde queremos llegar y cómo lo vamos a lograr, ver, aceptar y enfrentar realidades, todos siguiendo el mismo camino. Además, debemos aprender a dialogar y comunicar para llegar a acuerdos, a detectar y prevenir problemas, a dar soluciones que, como mencioné, hagan cumplir con los objetivos de nuestra empresa.

Otro factor importante es la motivación, tenemos la obligación moral de apoyar y permitir que nos apoyen para lograr los objetivos de la institución, el representante del equipo de trabajo se vuelve el intermediario para lograr los apoyos necesarios que ayuden a aumentar la productividad y la calidad en el servicio que se ofrece. Si los integrantes de la organización están motivados se sentirán pieza clave para lograr sus propios objetivos y en consecuencia harán lo posible por cumplir los objetivos de la empresa.

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lunes, 27 de abril de 2015

Despertar mexicano

Cuando los españoles llegaron a México y vieron la riqueza de nuestro territorio se decidieron a saciar su ambición y saquear los pueblos a como diera lugar, nuestros antepasados, sin dudarlo un momento, salieron en defensa de sus propiedades, de sus tierras, de aquello por lo que siempre trabajaron y se ganaron, Isabel Moctezuma es un claro ejemplo de la resistencia que hubo en esos tiempos.

Cuando los mexicanos decidimos por fin luchar por nuestra independencia de la mano de Miguel Hidalgo, y posteriormente de otros grandes héroes como José María Morelos y Vicente Guerrero, se emprendió una gran pelea que costó mucha sangre, pero que glorificó a nuestro pueblo.

Otros ejemplos del gran patriotismo que hay en cada mexicano se pueden ver en la guerra de Reforma, liderada por Benito Juárez, la magna figura patriótica de nuestra historia, también está Francisco I. Madero, quien sentó las bases de un México democrático; e inclusive, los estudiantes del movimiento de 1968 que salieron a gritar a las calles en defensa de sus derechos y de todos los mexicanos.

Lamentablemente, ese patriotismo, ese coraje que alguna vez fue nuestra característica, se ha adormecido, a tal punto que muchos podrían considerarlo ya inexistente.

¿Las razones? Los gobiernos, a excepción de unos cuantos, han tomado la actitud de “padres”, de “papá gobierno”, el que cuida de todos sus hijos, el que procurará su bienestar, o al menos, en apariencia, eso nos han hecho pensar. Hay que imaginarnos a nuestro pueblo, actualmente, como aquel padre de familia que, con tal de que su bebé deje de llorar, le compra algún juguete o alguna golosina, que por supuesto, no le durará toda la vida, y el hijo, momentáneamente, se tranquiliza, y la historia se vuelve a repetir cayendo en un círculo vicioso sin fin.

En eso se ha convertido nuestro país, en un bebé que llora y que es sosegado con alguna clase de entretenimiento, y esta es, la televisión, diversión pasajera, vacía, sin enriquecimiento intelectual, mientras el gran padre, es decir, el gobierno y los empresarios, a nuestras espaldas hacen lo que les conviene a ellos y a sus aliados capitalistas y/o neoliberales.

El mexicano ha caído en el conformismo, en una zona de comodidad, donde a nadie le gusta ser molestado. Ese adormecimiento nos ha llevado a una involución, los ricos se hacen más ricos haciendo más pobres a los pobres, negándoles el derecho al bienestar que les corresponde, pero lo peor es que esos mexicanos lo permiten. En su libro La sucesión presidencial en 1910, Francisco I. Madero nos decía: "En los atentados contra los pueblos, hay dos culpables: el que se atreve, y los que permiten".

Nosotros hemos permitido que el capitalismo invada nuestro país, nosotros mismos también tenemos parte de la culpa por lo que está pasando en nuestro México. Es por ello que, como Nación, debemos recuperar ese entusiasmo que nos definía en nuestros orígenes, entender que como mexicanos somos más fuertes e inteligentes de lo que otros países nos consideran, y de lo que nosotros mismos nos consideramos.

¿Cómo? Ya es tiempo de emprender una lucha verdadera, no usando bombas o armas y mucho menos atentar contra la vida de otras personas. Esta debe ser una lucha intelectual, que se debe pelear en otro tipo de arena, una lucha de ideas, una lucha de conocimiento. Los que tenemos la fortuna de contar con acceso a libros, internet, redes sociales, los que trabajan con grupos de personas como los maestros, comunicadores, etc., debemos usar el poder de la palabra para convencer a cada uno de nuestros compatriotas de despertar de ese letargo al cual nos ha llevado el gobierno y en el que nos hemos dejado caer.

Los que tengamos conocimiento de la verdadera situación que atraviesa nuestro país debemos hacer uso de todos nuestros recursos para difundir ideas, situaciones, injusticias, expresándonos sin temor a nada, alejar a nuestra gente del televisor, convencer al amigo, al pariente, al cliente, al alumno, de que nuestra realidad es muy diferente a la que nos muestran.

En estos tiempos modernos no nos podemos quedar detrás de otras naciones que han emprendido, precisamente, luchas pacíficas que beneficiaron a la gente más necesitada, donde todos han salido ganando.

Cada uno de nosotros debe contagiar de entusiasmo a todos aquellos que han sido desencantados por la difícil situación económica, que han sido envenenados y ahora creen que no tienen derecho al progreso, repliquemos la actitud de Hidalgo, de Morelos de que tenemos derecho a la libertad y no ser esclavos ahora del capitalismo, la actitud de Juárez para convencer de que nuestro país es eso, nuestro, de Madero, que tenemos la libertad de elegir quienes nos gobiernan y cómo nos gobiernan.

En las próximas elecciones... convenzamos a los demás de votar con entera libertad y sobre todo con responsabilidad para el bien de nuestro futuro, el de nuestros hijos y de muchas generaciones que vienen detrás, si no luchamos ahora de forma pacífica, entonces ¿cuándo? A partir de ahí, emprendamos un camino hacía el bienestar.

Nuestras convicciones pueden más que los políticos y empresarios corruptos que nos quieren controlar, simplemente hay que despertar a ese guerrero mexicano para que luche de forma pacífica por sus ideales, por lo que le corresponde por derecho, el mexicano no puede más estar mendigando ni conformándose con migajas, el mexicano, al igual que todo ser humano, tiene derecho a la paz, al bienestar económico, a progresar, y todos estos derechos ya es tiempo de recuperarlos, que va a costar trabajo y tiempo, eso es seguro, pero si de algo estoy convencido, es que llegará el día en podamos decir: los mexicanos somos felices, y luchamos por ello sin perjudicar a nuestro prójimo.

No basta con creer que podemos lograrlo, hay que estar seguros de poder lograr ese despertar mexicano.

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Fragmentos del ensayo "YO ALUMNO; YO MAESTRO" de Luis Aldana (Luis Antonio Fernández Aldana) para el curso "La Actitud: Base Estratégica para mi Cambio y Desarrollo" impartido en la Universidad del Valle de México Campus Puebla.

24 de Marzo del 2015.

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Cada empresa, sea cualquiera el giro al que se dedique y sin importar el tamaño que tenga, cuenta con una misión, una visión, objetivos a seguir. Esos objetivos no los puede cumplir únicamente el dueño o director, sino que hay un grupo de personas que ayudan a conseguirlos, cada uno de ellos tiene una responsabilidad, hay responsabilidades compartidas, todo debe trabajar de forma armoniosa, generar sinergia.

Cuando en una empresa o institución no existe esa sinergia, cuando cada uno camina con rumbos diferentes, cuando cada quien trabaja bajo su propio interés y no por el interés común, estamos hablando de una debacle laboral inminente, de una falta de liderazgo dentro de la empresa.

Uno de los tratados por excelencia que se puede aplicar de manera análoga a las empresas es el de Nicolás Maquiavelo, El Príncipe. Un pequeño libro que debería leer cualquiera que se llame líder o tiene aspiraciones para serlo, no importa que sea político, empresario o empleado, un libro como este de más de 500 años puede ser de mucha utilidad si se usa con prudencia y se adapta a nuestros tiempos complementándolo con otras estrategias visionarias, como las de Steve Jobs, fundador de Apple.

No concuerdo con la visión de Nicolás Maquiavelo para hacer la guerra o reprimir a los pueblos, solo creo que sus principios se pueden adaptar a los tiempos actuales en el mundo empresarial, laboral y, por supuesto, el político.

Todos tenemos responsabilidades, pero pocos son los que las asumen, en cualquier contexto. El asumir o no esas responsabilidades nace desde la familia, con la educación que recibimos de nuestros padres y se refuerza en las aulas.

En el ámbito laboral es algo similar. Dentro de nuestro trabajo nuestros jefes, líderes y nuestros propios compañeros de trabajo se vuelven nuestros “padres o maestros laborales”, con ellos convivimos casi a diario, a veces los vemos más que a nuestras propias familias, de ellos aprendemos nuevas actitudes, sean positivas o negativas, de ellos adquirimos nuevos conocimientos o reforzamos los que ya tenemos.

Por ello, todo esto se vuelve una responsabilidad compartida, que todos deberíamos asumir. ¿En verdad apoyamos a nuestros compañeros de trabajo para cumplir con el objetivo de la empresa para la cual trabajamos? ¿Estamos conscientes de que, al ayudar a nuestros compañeros nos ayudamos a nosotros mismos? ¿Asumimos nuestras responsabilidades y ayudamos, con el ejemplo, a los demás para que asuman las suyas?

Hace algunos años tuve la fortuna de impartir clases en bachillerato, un nivel muy difícil, donde los adolescentes se creen dueños del mundo, en algún momento entendí que para poder educar, yo debía mostrarme como una persona educada, “predicar con el ejemplo”, prepararme para poder enseñar, aconsejar y hasta para consolar. Entendí que, (parafraseando a Paulo Coelho en su libro Reflexiones diarias) aprendí mucho con los maestros, más con los compañeros y todavía más con los alumnos. Este fue un cambio de actitud en mi persona que le dio un giro de 180° a mi vida, que me hizo comprender que, ayudando a otros puedo ayudarme a mí mismo, a los demás y a la empresa para la cual colaboro.

Como compañeros de trabajo debemos asumir el rol de “maestros”, del “Yo maestro”, estamos en esta vida para enseñar y aprender, en nuestro entorno laboral debemos enseñar con el ejemplo, a contagiar el cambio de actitud que nosotros logremos como personas, apoyar a los demás para que asuman sus responsabilidades.

Las escaleras se barren de arriba hacia abajo, si queremos cambiar de actitud los que estamos “abajo”, se debe empezar por los de “arriba”, es decir, por nuestros líderes. Un gran ejemplo de líder fue Steve Jobs que, aunque fue estigmatizado como arrogante, dejó un legado impresionante no sólo en el escenario tecnológico, sino en el empresarial y laboral. Uno de sus principios, y creo uno de los más importantes, fue el de vivir más experiencias, en su famoso discurso de la Universidad de Stanford, hizo énfasis en la importancia de mirar continuamente alrededor para ampliar el número de nuestras habilidades, asumir el rol del “Yo alumno”, Jobs decía que “cuantas más experiencias tengamos, más y mejor podremos enriquecer nuestro trabajo”. Así, de esta forma, ese gran líder era, al mismo tiempo, un maestro y un alumno.

Por su parte, Nicolás Maquiavelo afirmaba que “un príncipe (un líder, un empresario o empleado, cualquier persona) no debe tener otro objetivo, ni otra preocupación, ni debe considerar como suyo otro estudio que el de la guerra (su misión, visión, objetivo, metas), su organización y su disciplina. Porque éste es un arte necesario exclusivamente para quien manda (mandar en nuestra vida, trazar nuestros caminos)” y que “el que no coloca los cimientos con anticipación podría colocarlos luego si tiene talento, aun con riesgo de disgustar al arquitecto y de hacer peligrar el edificio”. Aquí hay dos puntos importantes que son necesarios en la vida laboral y empresarial, no perder de vista nuestros objetivos y establecer bases sólidas para consolidarlos.

En una empresa, y como personas, debemos tener esos dos puntos focales, el sentar los cimientos para cumplir nuestros objetivos (Maquiavelo), lo que se puede lograr buscando las mayores experiencias para enriquecernos (Jobs, el Yo alumno) para, finalmente, enriquecer a los demás con nuestros conocimientos, habilidades y actitudes positivas (el Yo maestro).

Para finalizar, me gustaría citar el artículo “Alta efectividad laboral con espiritualidad y conciencia” de Andrés Ubierna, quien nos comenta que “el liderazgo tiene que ver con la conciencia de que somos todos generadores de realidades y no simples espectadores ni víctimas de circunstancias… tenemos la capacidad de influir en el mundo, reconociendo y ejerciendo nuestro rol en el equipo de creadores. Pero acceder a nuestra capacidad de liderar requiere visión, práctica, esfuerzo, reflexión y un alto compromiso con la humanidad y sus valores. Responder preguntas como ¿para qué estoy en el mundo?, ¿cuál es el sentido que quiero darle a mi existencia?, ¿qué clase de persona quiero ser?”.

Aprender y compartir, nunca dejamos de ser alumnos y nos convertimos en maestros.

Aprender de nuestras experiencias, busquemos cosas nuevas, analicémonos a nosotros mismos para saber dónde estamos, si estamos bien, si estamos donde queremos, si los objetivos que nos planteamos alguna vez los hemos conseguido y si no, reflexionar para estar conscientes de qué es lo que nos falta, en qué paso vamos, qué actitud debo cambiar, qué decisiones nuevas debo tomar y llevar a la práctica. Aprender de los líderes de hoy y de antes, saber cómo lograron ellos lo que lograron.

Compartir experiencias, conocimientos, dejar a un lado el egocentrismo para servir como ejemplo a los demás, contagiar el entusiasmo y nuestras actitudes positivas. Ser conscientes de que todo lo que hacemos o dejamos de hacer influye en todos los demás, para bien o para mal.

Debemos asumir nuestro rol de alumnos, seguir aprendiendo, buscando nuevas experiencias y una vez adquiridas compartirlas, enseñarlas para que las nuevas generaciones sean influidas de manera positiva y, de la misma forma, contagiar a nuestros compañeros de trabajo, incluyendo a nuestros jefes de lo aprendido y de lo bueno que tenemos como personas.

Tal vez sea muy difícil lograr un cambio de actitud positivo en nuestros compañeros de trabajo, sin embargo, siempre he creído que cuando hay voluntad, cualquier cosa es posible, y seguramente no lo logremos a la primera, por ello debemos ser insistentes, hasta tercos para poder lograr esa meta. Si una persona puede lograr esto, todos los demás también pueden.

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viernes, 27 de marzo de 2015

El diablo está en los detalles: Luis Aldana

Fragmentos del ensayo "El diablo está en los detalles" de Luis Aldana (Luis Antonio Fernández Aldana) para el curso "La Actitud: Base Estratégica para mi Cambio y Desarrollo" impartido en la Universidad del Valle de México Campus Puebla.

18 de Marzo del 2015.

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Existen infinidad de novelas o películas con un final completamente inesperado, al llegar éste, nos damos cuenta de pequeños detalles, capítulos o escenas que para nuestro ojo no tenían el menor interés y que se convirtieron tan importantes para toda la trama.

Asimismo, hemos visto películas, series de TV, comerciales, obras de arte con mensajes ocultos o subliminales que, al ser descubiertos, nos dan la razón del por qué dicha obra se hizo de esa manera, cuál es la ideología o el objetivo del autor o el impacto que quiere causar.

Lo mismo pasa con nuestras vidas, podemos comparar nuestra propia existencia con una película, donde nosotros somos, al mismo tiempo, los protagonistas, los directores y los productores.

Esa película está llena de detalles, los cuales, de no ser percibidos, pueden cambiar drásticamente nuestra historia.

Son los pequeños detalles los que construyen grandes cosas, y si queremos que nuestra vida sea tan grande como esperamos, debemos fijarnos en ellos. Las grandes maravillas que hace la tecnología en nuestros tiempos está basada en algo tan simple como un 1 y un 0, a partir de estos dos elementos, en apariencia escuetos, tenemos sistemas de comunicación y control o herramientas de trabajo bastante complejos y útiles.

Fátima dos Santos en su artículo “El diablo está en los detalles” publicado para el diario El Mundo (y de donde tomé el título para este mismo trabajo) nos hace referencia a una investigación realizada en la que un auto nuevo es abandonado, después de varios días, dicho auto es ignorado por los transeúntes, después de que los encargados de la investigación le rompen un cristal, las personas comienzan a destrozar el auto sin ningún miramiento porque creen que está abandonado. Esto nos ejemplifica claramente cómo, un simple detalle, por nimio que parezca, cambia drásticamente el rumbo de las cosas.

En este mismo artículo se nos muestra otro ejemplo, el cual transcribo tal como aparece: “…quienes estudian el comportamiento en el trabajo saben que contar con un lugar limpio y agradable favorece el vínculo de los trabajadores con la empresa y los hace más productivos y más felices. No es ciencia de cohetes. Todos lo hemos vivido: uno se siente triste, lento y pesimista al llegar a una oficina de sillas rotas y paredes sucias. El diablo está en los detalles”.

Dentro de las empresas, con tal de ahorrar presupuesto, no se percatan de estos detalles, lo ven como un gasto en vez de verlo como una inversión, un detalle que de no ser ignorado cambiaría el rumbo de las empresas, contribuiría a cambiar la actitud de los empleados, lo que conllevaría a mayores ganancias.

Oly Sawyer, en el blog “Reflexiones para ti y para mí”, nos comenta que, “Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles. Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se abre, el beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia”.

Nuestras vida debemos construirla tal como se construye una casa, desde los cimientos, ladrillo por ladrillo, pequeñas cosas construyen grandes cosas, si queremos que nuestra vida sea tan grande como la podamos imaginar, los detalles a nuestro alrededor juegan un papel fundamental para que nuestra vida, esa casa, este bien cimentada.

“Quizá la empresa más difícil de acometer sea la de hacernos conscientes. El mundo en que vivimos parece decididamente abocado a distraernos, a impedirle a los individuos un momento de lucidez para mirar su entorno, observar cómo funciona la sociedad”. Esto es lo que nos comenta George Orwell en su libro “Rebelión en la granja”, donde nos ilustra perfectamente cómo los pequeños detalles afectan nuestro entorno, si los animales de la granja se hubieran percatado de ellos desde un inicio no se hubieran generado tantos conflictos, asimismo nos da cuenta de cómo otros influyen en nosotros, crean distractores (como la televisión basura), nos impiden ver más allá del horizonte, nos imponen barreras, no nos dejan ser conscientes de nuestros propios errores para asumirlos y corregirlos, para avanzar, para progresar.

En su libro de reflexiones “El juego de la vida y cómo jugarlo”, Florence Scovel Shinn nos dice que “…un incidente insignificante puede ser el punto decisivo en la vida de un hombre”. Cuántas veces, después de una situación, nos hemos preguntado ¿si me hubiera dado cuenta de esto? ¿si me hubiese percatado de aquello? El rumbo tomado habría sido completamente diferente. Es como cuando conducimos, si no estamos atentos al camino, se puede atravesar otro auto, un niño, un perro que nos puede provocar un accidente, ponernos en riesgo a otros y a nosotros mismos.

Los detalles a nuestro alrededor son tan importantes como respirar, por ello creo puedo hablar de una sociedad que se está asfixiando, precisamente porque no mira a su entorno, tenemos tantos distractores que nos imponen nuestro gobierno, nuestros jefes, nuestra propia familia. Siempre miramos hacia el frente cuando deberíamos ver en 360°. Nos hemos olvidado de lo esencial de nuestra infancia que es valorar las cosas pequeñas y disfrutarlas. Los pequeños detalles valen millones, pero nos fijamos más en lo material que en lo sustancial. Nos aferramos a la idea de que siempre hay que caminar por delante, cuando tenemos otros rumbos a izquierda y derecha que pueden ser más beneficiosos y, ¿por qué no? Mirar hacia atrás para ver cómo hemos llegado hasta dónde estamos y cuestionarnos a nosotros mismos, reflexionar sobre si estamos donde queremos estar y si no es así, decidir si seguir como estamos o cambiamos de rumbo.

Nuestros cerebros son como esponjas, absorben todo lo que les llega, sin importar si es bueno o malo, pero si nos hacemos consientes de qué es cada una de las cosas que absorbemos, podremos establecer un filtro para quedarnos con todo lo bueno, y lo malo desecharlo una vez que hayamos aprendido de ello.

Los detalles no los vemos porque simplemente no los queremos ver, hemos dejado que los demás nos pongan la venda en los ojos, y no hemos tomado la decisión de quitárnosla. ¿Por qué razón? Porque la vida, al menos así lo creen muchos, es más fácil de esta manera, la gente no quiere complicaciones, podremos complicarles la vida a los demás pero no queremos que nos la compliquen, es más fácil estar sentado en casa viendo la novela o el partido de fútbol, que salir a las calles a protestar por las fallas de nuestro gobierno, por ejemplo.

Pareciera que el objetivo de algunos es impedir el progreso de otros, no se dan cuenta de ese detalle que los perjudica así mismos. La sociedad siempre nos va a criticar, siempre dirán que estamos mal, aunque sea obvio que estemos bien, la sociedad señala con un dedo inquisidor que deja a la gente en un estado primitivo en busca de lo fácil, en una ceguera absoluta, donde los detalles pasan a segundo o tercer término, nos impiden disfrutar de cosas tan simples como la puesta de sol, un ave haciendo su nido, detalles que nos pueden dejar gratas experiencias y que nos permitirían ser felices.

El diablo está en los detalles, dice el famoso proverbio, lo importante pasa frente a nuestros ojos y no le prestamos suficiente atención. Me considero una persona observadora, pero también se dice que al mejor cazador se le va la liebre, no creo que alguien esté exento, a todos se nos escapan esos detalles que cuando los vemos, cuando ya les prestamos atención, es demasiado tarde.

...existen investigaciones o escritores que hablan sobre la importancia de los detalles, esos detalles que pueden marcar la diferencia entre lo que queremos y lo que nos imponen, entre lo que queremos ser y lo que somos, entre lo que queremos lograr y lo que hemos logrado. Hay tanta bibliografía al respecto que me hace pensar que la sociedad está de acuerdo en la importancia de los detalles, empero, como lo comenté, por comodidad, se busca lo fácil.

También me hace pensar que la gente en vez de buscar su felicidad, al sentirse infelices buscan que otros estén en su misma condición, una persona infeliz quiere que todos sean infelices, aunque también sucede lo contrario, una persona feliz siempre desea que los demás sean felices. Ese entusiasmo es el que hay que lograr en uno mismo, con la autocrítica y la reflexión y contagiarlo a los otros.

¿Cómo lograr que no se nos escapen esos detalles? Creo que la respuesta es difícil de encontrar, sin embargo, un acercamiento podría estar en simplemente hacer lo que nos gusta, disfrutar verdaderamente nuestro trabajo. Cuando realizamos actividades que nos gustan nos volvemos más observadores, a alguien que le apasiona, por ejemplo, jugar fútbol, siempre estará atento al balón para poder obtenerlo y hacer o contribuir a una anotación.

Disfrutar de la vida se debe volver nuestra pasión, disfrutar de nuestra familia, amigas y amigos, compañeras y compañeros de trabajo, del trabajo mismo y darnos cuenta que en lo poco encontramos mucho, que lo material no es infinito y lo sustancial nos deja experiencias que jamás se borrarán de nuestra mente y que nos servirán para enfrentar nuevas situaciones, nuevos retos.

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viernes, 20 de marzo de 2015

Nadie está listo para cambiar: Luis Aldana

Fragmentos del ensayo "Nadie esta listo para cambiar" de Luis Aldana (Luis Antonio Fernández Aldana) para el curso "La Actitud: Base Estratégica para mi Cambio y Desarrollo" impartido en la Universidad del Valle de México Campus Puebla.

10 de Marzo del 2015.

***

Estamos en tiempos en los que los cambios, en todos los ámbitos, están a la orden del día. Nuestro entorno cambia, y por ende, los humanos debemos cambiar, adaptarnos o “morir”.

Sin embargo, la gente, por su propia naturaleza humana, creo, no está lista para cambiar.

Cuando nos colocan en una situación hipotética, decimos: “yo haría esto”, “yo le diría aquello”, “yo tomaría tal o cual decisión”, pero cuando nos enfrentamos a la realidad, hacemos o decimos cosas, o tomamos actitudes totalmente diferentes. Es como aquellos políticos que en campaña dicen “yo no voy a tranzar”, pero cuando llegan al poder se vuelven los peores criminales, ¿por qué? porque se adaptaron ante un cambio, aunque no necesariamente positivo. ¿Por qué sucede esto? Precisamente, porque nadie está listo para los cambios o las situaciones de la vida.

La tarea fundamental del ser humano es evolucionar, progresar y alcanzar nuestra felicidad.

Aunque muchas personas lo nieguen, el cambio, la evolución, es inherente al género humano. Pongo como ejemplo a las compañías tecnológicas, digamos Microsoft, quien desarrolló el sistema operativo MS-DOS, una simple consola que trabaja con comandos, difícil de entender para la mayoría de la gente. Los usuarios querían colores, una interfaz más amigable, otras compañías como Apple ya empezaban con este tipo de sistemas, por lo tanto, Microsoft se tuvo que enfrentar al cambio, para no extinguirse como empresa.

Esto pasa en todos los ámbitos, vemos progreso, cambios a nuestro alrededor, nosotros mismos debemos obligarnos a ser parte de esos cambios o nos estaremos auto-condenando a la involución como humanos. “…el cambio de una sola persona significa el cambio de toda la raza humana”, nos comenta Coelho en su libro “El Zahir”. En el ejemplo de Microsoft, el cambio de perspectiva dentro de la compañía obligó a otros también a cambiar de pensamiento, cambio que se ve reflejado en mejores tecnologías y alta competitividad en el mercado actual.

Nadie está listo para cambiar porque nadie se da cuenta de los cambios pequeños que circulan en nuestro ambiente. Si pusiéramos más atención a los detalles, veríamos cambios que nos están afectando mayormente de forma negativa. Pero nos ponemos una venda en los ojos y no queremos ver la realidad o queremos seguir viendo lo que queremos ver, lo que nos dijeron que era lo ideal. "La falta de atención a los pequeños detalles puede destruir por completo la vida de un hombre" (Reflexiones diarias, Paulo Coelho). Es como salir a la calle sin paraguas en plena temporada de lluvias. La atención a esos detalles puede marcar nuestro futuro, y nadie presta atención a esos detalles porque nadie quiere enfrentar cambios drásticos.

El miedo está siempre en nuestras mentes y nuestra mente puede volverse el más grande de los enemigos. Sin miedo descubriríamos que nuestras capacidades son infinitas, como lo dice Coelho en su libro “El Zahir”: “…en el momento en que las personas deciden afrontar un problema se dan cuenta que son mucho más capaces de lo que piensan”. Como seres humanos el miedo está permitido, el miedo nace con nosotros y se apega a nosotros, lo que no está permitido es depender de él, pero nosotros mismos le permitimos ser parte de nuestras vidas. Coelho nos dice en “La quinta montaña” que “el miedo existe hasta el momento en que lo inevitable sucede. Después de esto, no debemos perder nuestra energía en él”. El miedo es una barrera que nosotros mismos nos hemos impuesto.

Nadie está listo para cambiar porque todos tenemos miedo, y si cambiamos, no es que hayamos superado el miedo, es simplemente porque la situación nos obligó a hacerlo, porque no tuvimos alternativa, porque la vida nos obligó a tomar al toro por los cuernos y tuvimos que tomar decisiones de un momento a otro, abruptamente. Sin quererlo, hicimos a un lado el miedo, pero eso no significa que el miedo se fue, el miedo siempre estuvo a nuestro lado, porque ese lugar fue el que la naturaleza le dio.

La felicidad creo es algo que podemos hacer más duradero siempre y cuando pongamos atención a los detalles, a los cambios, y al origen de nuestros miedos.

Estos cambios que se dan regularmente en nuestro entorno solo se superan con dos elementos esenciales, el primero, es hacer a un lado el miedo a lo que inevitablemente vendrá y el otro es con capacitación, mientras estemos capacitados en todos los ámbitos posibles creo que podremos afrontar dichos cambios satisfactoriamente.

Desgraciadamente, las empresas, sea cualquiera el giro que manejen, están inmersas en la llamada globalización, esto ha provocado muchos cambios en ellas, en los gobiernos y por supuesto en los empleados. Como había mencionado anteriormente, los cambios producidos a nuestro alrededor nos obligan a cambiar a nosotros mismos. La diferencia entre uno mismo y otras personas ante estos cambios debe ser la capacitación, cuanto más y mejor capacitados estemos no debemos preocuparnos por lo que vendrá, tendremos mucha confianza.

La capacitación también implica motivación, si recibimos una capacitación adecuada por parte de nuestra empresa tendremos un mejor desempeño. La empresa debe proporcionar a sus empleados las herramientas necesarias para realizar su trabajo de manera efectiva, un empleado feliz conlleva al mejoramiento de procesos internos y, por lo tanto, los clientes estarán felices, satisfechos y hasta agradecidos, y la empresa por su parte, este esfuerzo lo verá reflejado en mayores ganancias.

Desgraciadamente, algunas empresas no proporcionan la capacitación requerida, se vuelven elitistas al negar oportunidades de progreso. Hay que aceptar que, además de imponer a nosotros mismos barreras que nos impiden crecer, de la misma forma imponemos barreras para que los demás no crezcan, ya sea por envidias, rencores, compadrazgos y hasta por corrupción. Esas barreras son las más difíciles de superar porque no dependen directamente de nosotros.

Nadie está listo para cambiar, esa es mi hipótesis y al mismo tiempo mi conclusión. ¿Por qué? Porque los humanos, por naturaleza, nacimos con miedo, con miedo a lo que no conocemos, a lo nuevo, a lo abrupto de las situaciones que se nos presentan. Nadie está listo para cambiar porque nadie sabe qué cambios van a ocurrir en qué momento, y aunque podamos gozar de un pronóstico, en ese instante, en ese momento, en ese milisegundo en que la vida nos da el cambio nos paralizamos porque no era exactamente lo que esperábamos, es aquello que bien nos provoca un nudo en la garganta. Con esto no quiero decir que el cambio sea negativo, tal vez pueda ser algo mejor de lo que esperábamos, pero en ese instante las decisiones que teníamos planeadas pueden ser sujetas a modificaciones.

El miedo, que se implanta en nuestras mentes como un parásito, es nuestro peor enemigo, no podemos eliminarlo, en la etapa de cambios, el miedo lo llevamos como una loza muy pesada en la espalda, de nosotros depende cómo llevar esa loza, a veces con la ayuda de alguien más (amigos, familiares, nuestros jefes), a veces con la confianza que nos da una buena capacitación y motivación. Nadie está listo para cambiar porque todos cargamos con esa loza llamada miedo. El miedo no se puede eliminar pero si volverse más ligero.

Las empresas tienen una gran responsabilidad para llevar a sus empleados a un buen cambio de actitud, que les genere mayor cantidad de clientes, mayores ganancias. Un cambio de actitud no se puede llevar a cabo desde abajo, sino de manera conjunta, de lo contrario las empresas se estarán condenando a la extinción. Uno de los cambios de actitud más importante debe estar en nuestros líderes, porque son ellos los que motivan y contagian su entusiasmo a los empleados. A algunas empresas todavía no les queda claro que ya no estamos en la época de Don Porfirio, donde una sola persona decidía en todo el cómo hacer las cosas, deben entender que las exigencias de los clientes han cambiado y por lo tanto el mundo empresarial debe cambiar y llevar de la mano a sus empleados en ese cambio.

Muchos quieren cambiar, al menos eso dicen, pero tienen miedo, otros no desean cambiar porque han quedado estancados en sus vidas, por eso, nadie está listo para cambiar.

"El mal de nuestro tiempo es que todo el mundo quiere arreglar las cosas por sí solo, y nadie se da cuenta de que se necesita mucha gente para lograr eso" (REFLEXIONES DIARIAS, Paulo Coelho).
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