viernes, 27 de marzo de 2015

El diablo está en los detalles: Luis Aldana

Fragmentos del ensayo "El diablo está en los detalles" de Luis Aldana (Luis Antonio Fernández Aldana) para el curso "La Actitud: Base Estratégica para mi Cambio y Desarrollo" impartido en la Universidad del Valle de México Campus Puebla.

18 de Marzo del 2015.

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Existen infinidad de novelas o películas con un final completamente inesperado, al llegar éste, nos damos cuenta de pequeños detalles, capítulos o escenas que para nuestro ojo no tenían el menor interés y que se convirtieron tan importantes para toda la trama.

Asimismo, hemos visto películas, series de TV, comerciales, obras de arte con mensajes ocultos o subliminales que, al ser descubiertos, nos dan la razón del por qué dicha obra se hizo de esa manera, cuál es la ideología o el objetivo del autor o el impacto que quiere causar.

Lo mismo pasa con nuestras vidas, podemos comparar nuestra propia existencia con una película, donde nosotros somos, al mismo tiempo, los protagonistas, los directores y los productores.

Esa película está llena de detalles, los cuales, de no ser percibidos, pueden cambiar drásticamente nuestra historia.

Son los pequeños detalles los que construyen grandes cosas, y si queremos que nuestra vida sea tan grande como esperamos, debemos fijarnos en ellos. Las grandes maravillas que hace la tecnología en nuestros tiempos está basada en algo tan simple como un 1 y un 0, a partir de estos dos elementos, en apariencia escuetos, tenemos sistemas de comunicación y control o herramientas de trabajo bastante complejos y útiles.

Fátima dos Santos en su artículo “El diablo está en los detalles” publicado para el diario El Mundo (y de donde tomé el título para este mismo trabajo) nos hace referencia a una investigación realizada en la que un auto nuevo es abandonado, después de varios días, dicho auto es ignorado por los transeúntes, después de que los encargados de la investigación le rompen un cristal, las personas comienzan a destrozar el auto sin ningún miramiento porque creen que está abandonado. Esto nos ejemplifica claramente cómo, un simple detalle, por nimio que parezca, cambia drásticamente el rumbo de las cosas.

En este mismo artículo se nos muestra otro ejemplo, el cual transcribo tal como aparece: “…quienes estudian el comportamiento en el trabajo saben que contar con un lugar limpio y agradable favorece el vínculo de los trabajadores con la empresa y los hace más productivos y más felices. No es ciencia de cohetes. Todos lo hemos vivido: uno se siente triste, lento y pesimista al llegar a una oficina de sillas rotas y paredes sucias. El diablo está en los detalles”.

Dentro de las empresas, con tal de ahorrar presupuesto, no se percatan de estos detalles, lo ven como un gasto en vez de verlo como una inversión, un detalle que de no ser ignorado cambiaría el rumbo de las empresas, contribuiría a cambiar la actitud de los empleados, lo que conllevaría a mayores ganancias.

Oly Sawyer, en el blog “Reflexiones para ti y para mí”, nos comenta que, “Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles. Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se abre, el beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia”.

Nuestras vida debemos construirla tal como se construye una casa, desde los cimientos, ladrillo por ladrillo, pequeñas cosas construyen grandes cosas, si queremos que nuestra vida sea tan grande como la podamos imaginar, los detalles a nuestro alrededor juegan un papel fundamental para que nuestra vida, esa casa, este bien cimentada.

“Quizá la empresa más difícil de acometer sea la de hacernos conscientes. El mundo en que vivimos parece decididamente abocado a distraernos, a impedirle a los individuos un momento de lucidez para mirar su entorno, observar cómo funciona la sociedad”. Esto es lo que nos comenta George Orwell en su libro “Rebelión en la granja”, donde nos ilustra perfectamente cómo los pequeños detalles afectan nuestro entorno, si los animales de la granja se hubieran percatado de ellos desde un inicio no se hubieran generado tantos conflictos, asimismo nos da cuenta de cómo otros influyen en nosotros, crean distractores (como la televisión basura), nos impiden ver más allá del horizonte, nos imponen barreras, no nos dejan ser conscientes de nuestros propios errores para asumirlos y corregirlos, para avanzar, para progresar.

En su libro de reflexiones “El juego de la vida y cómo jugarlo”, Florence Scovel Shinn nos dice que “…un incidente insignificante puede ser el punto decisivo en la vida de un hombre”. Cuántas veces, después de una situación, nos hemos preguntado ¿si me hubiera dado cuenta de esto? ¿si me hubiese percatado de aquello? El rumbo tomado habría sido completamente diferente. Es como cuando conducimos, si no estamos atentos al camino, se puede atravesar otro auto, un niño, un perro que nos puede provocar un accidente, ponernos en riesgo a otros y a nosotros mismos.

Los detalles a nuestro alrededor son tan importantes como respirar, por ello creo puedo hablar de una sociedad que se está asfixiando, precisamente porque no mira a su entorno, tenemos tantos distractores que nos imponen nuestro gobierno, nuestros jefes, nuestra propia familia. Siempre miramos hacia el frente cuando deberíamos ver en 360°. Nos hemos olvidado de lo esencial de nuestra infancia que es valorar las cosas pequeñas y disfrutarlas. Los pequeños detalles valen millones, pero nos fijamos más en lo material que en lo sustancial. Nos aferramos a la idea de que siempre hay que caminar por delante, cuando tenemos otros rumbos a izquierda y derecha que pueden ser más beneficiosos y, ¿por qué no? Mirar hacia atrás para ver cómo hemos llegado hasta dónde estamos y cuestionarnos a nosotros mismos, reflexionar sobre si estamos donde queremos estar y si no es así, decidir si seguir como estamos o cambiamos de rumbo.

Nuestros cerebros son como esponjas, absorben todo lo que les llega, sin importar si es bueno o malo, pero si nos hacemos consientes de qué es cada una de las cosas que absorbemos, podremos establecer un filtro para quedarnos con todo lo bueno, y lo malo desecharlo una vez que hayamos aprendido de ello.

Los detalles no los vemos porque simplemente no los queremos ver, hemos dejado que los demás nos pongan la venda en los ojos, y no hemos tomado la decisión de quitárnosla. ¿Por qué razón? Porque la vida, al menos así lo creen muchos, es más fácil de esta manera, la gente no quiere complicaciones, podremos complicarles la vida a los demás pero no queremos que nos la compliquen, es más fácil estar sentado en casa viendo la novela o el partido de fútbol, que salir a las calles a protestar por las fallas de nuestro gobierno, por ejemplo.

Pareciera que el objetivo de algunos es impedir el progreso de otros, no se dan cuenta de ese detalle que los perjudica así mismos. La sociedad siempre nos va a criticar, siempre dirán que estamos mal, aunque sea obvio que estemos bien, la sociedad señala con un dedo inquisidor que deja a la gente en un estado primitivo en busca de lo fácil, en una ceguera absoluta, donde los detalles pasan a segundo o tercer término, nos impiden disfrutar de cosas tan simples como la puesta de sol, un ave haciendo su nido, detalles que nos pueden dejar gratas experiencias y que nos permitirían ser felices.

El diablo está en los detalles, dice el famoso proverbio, lo importante pasa frente a nuestros ojos y no le prestamos suficiente atención. Me considero una persona observadora, pero también se dice que al mejor cazador se le va la liebre, no creo que alguien esté exento, a todos se nos escapan esos detalles que cuando los vemos, cuando ya les prestamos atención, es demasiado tarde.

...existen investigaciones o escritores que hablan sobre la importancia de los detalles, esos detalles que pueden marcar la diferencia entre lo que queremos y lo que nos imponen, entre lo que queremos ser y lo que somos, entre lo que queremos lograr y lo que hemos logrado. Hay tanta bibliografía al respecto que me hace pensar que la sociedad está de acuerdo en la importancia de los detalles, empero, como lo comenté, por comodidad, se busca lo fácil.

También me hace pensar que la gente en vez de buscar su felicidad, al sentirse infelices buscan que otros estén en su misma condición, una persona infeliz quiere que todos sean infelices, aunque también sucede lo contrario, una persona feliz siempre desea que los demás sean felices. Ese entusiasmo es el que hay que lograr en uno mismo, con la autocrítica y la reflexión y contagiarlo a los otros.

¿Cómo lograr que no se nos escapen esos detalles? Creo que la respuesta es difícil de encontrar, sin embargo, un acercamiento podría estar en simplemente hacer lo que nos gusta, disfrutar verdaderamente nuestro trabajo. Cuando realizamos actividades que nos gustan nos volvemos más observadores, a alguien que le apasiona, por ejemplo, jugar fútbol, siempre estará atento al balón para poder obtenerlo y hacer o contribuir a una anotación.

Disfrutar de la vida se debe volver nuestra pasión, disfrutar de nuestra familia, amigas y amigos, compañeras y compañeros de trabajo, del trabajo mismo y darnos cuenta que en lo poco encontramos mucho, que lo material no es infinito y lo sustancial nos deja experiencias que jamás se borrarán de nuestra mente y que nos servirán para enfrentar nuevas situaciones, nuevos retos.

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