Cuando los españoles llegaron a México y vieron la riqueza de nuestro territorio se decidieron a saciar su ambición y saquear los pueblos a como diera lugar, nuestros antepasados, sin dudarlo un momento, salieron en defensa de sus propiedades, de sus tierras, de aquello por lo que siempre trabajaron y se ganaron, Isabel Moctezuma es un claro ejemplo de la resistencia que hubo en esos tiempos.
Cuando los mexicanos decidimos por fin luchar por nuestra independencia de la mano de Miguel Hidalgo, y posteriormente de otros grandes héroes como José María Morelos y Vicente Guerrero, se emprendió una gran pelea que costó mucha sangre, pero que glorificó a nuestro pueblo.
Otros ejemplos del gran patriotismo que hay en cada mexicano se pueden ver en la guerra de Reforma, liderada por Benito Juárez, la magna figura patriótica de nuestra historia, también está Francisco I. Madero, quien sentó las bases de un México democrático; e inclusive, los estudiantes del movimiento de 1968 que salieron a gritar a las calles en defensa de sus derechos y de todos los mexicanos.
Lamentablemente, ese patriotismo, ese coraje que alguna vez fue nuestra característica, se ha adormecido, a tal punto que muchos podrían considerarlo ya inexistente.
¿Las razones? Los gobiernos, a excepción de unos cuantos, han tomado la actitud de “padres”, de “papá gobierno”, el que cuida de todos sus hijos, el que procurará su bienestar, o al menos, en apariencia, eso nos han hecho pensar. Hay que imaginarnos a nuestro pueblo, actualmente, como aquel padre de familia que, con tal de que su bebé deje de llorar, le compra algún juguete o alguna golosina, que por supuesto, no le durará toda la vida, y el hijo, momentáneamente, se tranquiliza, y la historia se vuelve a repetir cayendo en un círculo vicioso sin fin.
En eso se ha convertido nuestro país, en un bebé que llora y que es sosegado con alguna clase de entretenimiento, y esta es, la televisión, diversión pasajera, vacía, sin enriquecimiento intelectual, mientras el gran padre, es decir, el gobierno y los empresarios, a nuestras espaldas hacen lo que les conviene a ellos y a sus aliados capitalistas y/o neoliberales.
El mexicano ha caído en el conformismo, en una zona de comodidad, donde a nadie le gusta ser molestado. Ese adormecimiento nos ha llevado a una involución, los ricos se hacen más ricos haciendo más pobres a los pobres, negándoles el derecho al bienestar que les corresponde, pero lo peor es que esos mexicanos lo permiten. En su libro La sucesión presidencial en 1910, Francisco I. Madero nos decía: "En los atentados contra los pueblos, hay dos culpables: el que se atreve, y los que permiten".
Nosotros hemos permitido que el capitalismo invada nuestro país, nosotros mismos también tenemos parte de la culpa por lo que está pasando en nuestro México. Es por ello que, como Nación, debemos recuperar ese entusiasmo que nos definía en nuestros orígenes, entender que como mexicanos somos más fuertes e inteligentes de lo que otros países nos consideran, y de lo que nosotros mismos nos consideramos.
¿Cómo? Ya es tiempo de emprender una lucha verdadera, no usando bombas o armas y mucho menos atentar contra la vida de otras personas. Esta debe ser una lucha intelectual, que se debe pelear en otro tipo de arena, una lucha de ideas, una lucha de conocimiento. Los que tenemos la fortuna de contar con acceso a libros, internet, redes sociales, los que trabajan con grupos de personas como los maestros, comunicadores, etc., debemos usar el poder de la palabra para convencer a cada uno de nuestros compatriotas de despertar de ese letargo al cual nos ha llevado el gobierno y en el que nos hemos dejado caer.
Los que tengamos conocimiento de la verdadera situación que atraviesa nuestro país debemos hacer uso de todos nuestros recursos para difundir ideas, situaciones, injusticias, expresándonos sin temor a nada, alejar a nuestra gente del televisor, convencer al amigo, al pariente, al cliente, al alumno, de que nuestra realidad es muy diferente a la que nos muestran.
En estos tiempos modernos no nos podemos quedar detrás de otras naciones que han emprendido, precisamente, luchas pacíficas que beneficiaron a la gente más necesitada, donde todos han salido ganando.
Cada uno de nosotros debe contagiar de entusiasmo a todos aquellos que han sido desencantados por la difícil situación económica, que han sido envenenados y ahora creen que no tienen derecho al progreso, repliquemos la actitud de Hidalgo, de Morelos de que tenemos derecho a la libertad y no ser esclavos ahora del capitalismo, la actitud de Juárez para convencer de que nuestro país es eso, nuestro, de Madero, que tenemos la libertad de elegir quienes nos gobiernan y cómo nos gobiernan.
En las próximas elecciones... convenzamos a los demás de votar con entera libertad y sobre todo con responsabilidad para el bien de nuestro futuro, el de nuestros hijos y de muchas generaciones que vienen detrás, si no luchamos ahora de forma pacífica, entonces ¿cuándo? A partir de ahí, emprendamos un camino hacía el bienestar.
Nuestras convicciones pueden más que los políticos y empresarios corruptos que nos quieren controlar, simplemente hay que despertar a ese guerrero mexicano para que luche de forma pacífica por sus ideales, por lo que le corresponde por derecho, el mexicano no puede más estar mendigando ni conformándose con migajas, el mexicano, al igual que todo ser humano, tiene derecho a la paz, al bienestar económico, a progresar, y todos estos derechos ya es tiempo de recuperarlos, que va a costar trabajo y tiempo, eso es seguro, pero si de algo estoy convencido, es que llegará el día en podamos decir: los mexicanos somos felices, y luchamos por ello sin perjudicar a nuestro prójimo.
No basta con creer que podemos lograrlo, hay que estar seguros de poder lograr ese despertar mexicano.
Cuando los mexicanos decidimos por fin luchar por nuestra independencia de la mano de Miguel Hidalgo, y posteriormente de otros grandes héroes como José María Morelos y Vicente Guerrero, se emprendió una gran pelea que costó mucha sangre, pero que glorificó a nuestro pueblo.
Otros ejemplos del gran patriotismo que hay en cada mexicano se pueden ver en la guerra de Reforma, liderada por Benito Juárez, la magna figura patriótica de nuestra historia, también está Francisco I. Madero, quien sentó las bases de un México democrático; e inclusive, los estudiantes del movimiento de 1968 que salieron a gritar a las calles en defensa de sus derechos y de todos los mexicanos.
Lamentablemente, ese patriotismo, ese coraje que alguna vez fue nuestra característica, se ha adormecido, a tal punto que muchos podrían considerarlo ya inexistente.
¿Las razones? Los gobiernos, a excepción de unos cuantos, han tomado la actitud de “padres”, de “papá gobierno”, el que cuida de todos sus hijos, el que procurará su bienestar, o al menos, en apariencia, eso nos han hecho pensar. Hay que imaginarnos a nuestro pueblo, actualmente, como aquel padre de familia que, con tal de que su bebé deje de llorar, le compra algún juguete o alguna golosina, que por supuesto, no le durará toda la vida, y el hijo, momentáneamente, se tranquiliza, y la historia se vuelve a repetir cayendo en un círculo vicioso sin fin.
En eso se ha convertido nuestro país, en un bebé que llora y que es sosegado con alguna clase de entretenimiento, y esta es, la televisión, diversión pasajera, vacía, sin enriquecimiento intelectual, mientras el gran padre, es decir, el gobierno y los empresarios, a nuestras espaldas hacen lo que les conviene a ellos y a sus aliados capitalistas y/o neoliberales.
El mexicano ha caído en el conformismo, en una zona de comodidad, donde a nadie le gusta ser molestado. Ese adormecimiento nos ha llevado a una involución, los ricos se hacen más ricos haciendo más pobres a los pobres, negándoles el derecho al bienestar que les corresponde, pero lo peor es que esos mexicanos lo permiten. En su libro La sucesión presidencial en 1910, Francisco I. Madero nos decía: "En los atentados contra los pueblos, hay dos culpables: el que se atreve, y los que permiten".
Nosotros hemos permitido que el capitalismo invada nuestro país, nosotros mismos también tenemos parte de la culpa por lo que está pasando en nuestro México. Es por ello que, como Nación, debemos recuperar ese entusiasmo que nos definía en nuestros orígenes, entender que como mexicanos somos más fuertes e inteligentes de lo que otros países nos consideran, y de lo que nosotros mismos nos consideramos.
¿Cómo? Ya es tiempo de emprender una lucha verdadera, no usando bombas o armas y mucho menos atentar contra la vida de otras personas. Esta debe ser una lucha intelectual, que se debe pelear en otro tipo de arena, una lucha de ideas, una lucha de conocimiento. Los que tenemos la fortuna de contar con acceso a libros, internet, redes sociales, los que trabajan con grupos de personas como los maestros, comunicadores, etc., debemos usar el poder de la palabra para convencer a cada uno de nuestros compatriotas de despertar de ese letargo al cual nos ha llevado el gobierno y en el que nos hemos dejado caer.
Los que tengamos conocimiento de la verdadera situación que atraviesa nuestro país debemos hacer uso de todos nuestros recursos para difundir ideas, situaciones, injusticias, expresándonos sin temor a nada, alejar a nuestra gente del televisor, convencer al amigo, al pariente, al cliente, al alumno, de que nuestra realidad es muy diferente a la que nos muestran.
En estos tiempos modernos no nos podemos quedar detrás de otras naciones que han emprendido, precisamente, luchas pacíficas que beneficiaron a la gente más necesitada, donde todos han salido ganando.
Cada uno de nosotros debe contagiar de entusiasmo a todos aquellos que han sido desencantados por la difícil situación económica, que han sido envenenados y ahora creen que no tienen derecho al progreso, repliquemos la actitud de Hidalgo, de Morelos de que tenemos derecho a la libertad y no ser esclavos ahora del capitalismo, la actitud de Juárez para convencer de que nuestro país es eso, nuestro, de Madero, que tenemos la libertad de elegir quienes nos gobiernan y cómo nos gobiernan.
En las próximas elecciones... convenzamos a los demás de votar con entera libertad y sobre todo con responsabilidad para el bien de nuestro futuro, el de nuestros hijos y de muchas generaciones que vienen detrás, si no luchamos ahora de forma pacífica, entonces ¿cuándo? A partir de ahí, emprendamos un camino hacía el bienestar.
Nuestras convicciones pueden más que los políticos y empresarios corruptos que nos quieren controlar, simplemente hay que despertar a ese guerrero mexicano para que luche de forma pacífica por sus ideales, por lo que le corresponde por derecho, el mexicano no puede más estar mendigando ni conformándose con migajas, el mexicano, al igual que todo ser humano, tiene derecho a la paz, al bienestar económico, a progresar, y todos estos derechos ya es tiempo de recuperarlos, que va a costar trabajo y tiempo, eso es seguro, pero si de algo estoy convencido, es que llegará el día en podamos decir: los mexicanos somos felices, y luchamos por ello sin perjudicar a nuestro prójimo.
No basta con creer que podemos lograrlo, hay que estar seguros de poder lograr ese despertar mexicano.
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